Reivindican en Suiza a Legendaria Bruja del Siglo XVIII

Recientemente el Gran Consejo de Friburgo, en Suiza, reivindicó en una declaración solemne a Catherine Repond, mejor conocida como Catillon, mujer quemada en 1731 en la hoguera de la Santa Inquisición, acusada de brujería, considerada la última víctima de la superstición popular en la región; pero que también forma parte ya de las leyendas suizas.

El Gran Consejo, que es el parlamento local, determinó este 2009 que Repond confesó su supuesto delito bajo tortura y fue víctima de un crimen de Estado, ya que ella sabía demasiado sobre personajes relevantes de la sociedad de su época y de sus actividades ilícitas, entre ellas la de falsificación de moneda.

Curiosamente, los diputados de los grupos políticos de Derecha se pronunciaron en contra de la medida, al desestimar el precedente jurídico de un hecho histórico. Algunos historiadores que apoyaron la medida legislativa destacaron que entre las víctimas de la Inquisición hubo homosexuales, discapacitados, minorías religiosas, presos políticos y enemigos del régimen que confesaron bajo tortura dedicarse a la práctica de la brujería.

Se cuenta que nacida en 1663, Catillon vivió en el pueblecito de Villarvolard, que domina el lago de la Gruyere, donde vivía de la mendicidad por su condición de jorobada.

Relacionada con gente de mala reputación Catillon aparentemente descubrió que una banda que falsificaba moneda en la zona estaba integrada por miembros de la "alta sociedad" local y por eso se empezaron a correr rumores sobre ella, tales como que durante una tormenta que inundó al pueblo donde vivía, se le vió bailando en la cima de un volcán dentro de un remolino de nubes de fuego, junto con un par de demonios. También se decía que tenía el poder de convertirse en liebre, que agriaba la leche con su presencia, que estropeaba el queso y hacía enfermar al ganado.

El beato Nicolas de Montenach, magistrado de Corbieres, la encerró en el calabozo en mayo de 1731 y la acusó de haberse convertido en zorro y como prueba de este hecho citó que el otoño anterior, estando de caza, él mismo había herido a uno en la pata, y Catillon tenía un pie en muy mal estado. 

A pesar de las explicaciones de Repond, de que una familia a la que una noche había pedido albergue le disparó con un arma de fuego, el magistrado no le creyó y aseguró que la herida se debía al disparo contra el zorro.

Sometida a torturas, Catherine Repond confesó todo lo que sus verdugos querían oír: que asistía a ritos sabáticos, que bailaba con los demonios y que se había entregado al diablo en varias ocasiones.

Los archivos históricos revelan que las declaraciones de Catillon no eran tomados en consideración en el juicio, incluyendo su acusación en contra de un sacerdote que la violó sexualmente. 

Entre las torturas a que Catillon fue sometida destaca una por la que era colgada de una cuerda y luego le ataban a los pies pesos cada vez mayores, desde 25 hasta los 50 kilos. Finalmente, en septiembre de 1731 fue ahorcada y quemada a la edad de 68 años. <<>>


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